¿Nacemos o nos hacemos malos?
Por Luis Cervantes
¿En verdad somos malos por naturaleza? ¿Será que habrá personas que nazcan buenas y personas que nazcan malas? Son cuestionamientos al menos me he hecho alguna vez en mi vida. Y puedo dar por hecho que no he sido el único que se ha preguntado esto; todos en algún momento de nuestras vida nos hemos visto en situaciones donde uno en verdad uno pone en duda si el ser humano es malo o bueno por naturaleza.
Actos tan detestables como la corrupción, la discriminación o la violencia ya nos parecen normales en nuestra sociedad. Desde pensar que una chica no puede hacer algo porque “es mujer”, hasta que sea algo ya normal esperar que algún político o empresario cometa algún acto ilícito y poco ético. Este tipo de cosas nos hacen perder la fe en la humanidad, pero se han vuelto tan común este tipo de cosas negativas, que a veces nos quedamos en una paradoja ética donde en muchas de las ocasiones no diferenciamos entre lo bueno y lo malo.
Pero, ¿nacemos malos o nos hacemos malos?
El experimento de Milgram
En 1963 el psicólogo Stanley Milgram1 realizó una serie de experimentos de psicología social en la Universidad de Yale, los cuales fueron muy controversiales pero que nos dan una idea sobre el comportamiento humano con respeto a la crueldad y a la maldad.
Básicamente, el experimento consistía en una máquina con una serie de interruptores eléctricos y 3 sujetos: el participante “V” (el psicólogo), el participante “L” (el emisor) y el participante “S” (el receptor).
El participante L debía enviar choques eléctricos en forma gradual, desde 15 a más de 165 vatios, al participante S (quien se encuentra en la habitación contigua)
tras contestar erróneamente una serie de preguntas. Todo esto ocurriría sin que el primero pudiera ver al segundo, pero si escucharlo al recibir las descargas.
Antes de comenzar con el experimento, se le explicaba al participante “L” que el experimento era en pro de la ciencia para determinar que los seres humanos aprendemos mejor mediante un castigo temporal. De igual manera, a ambos participantes se les dio su respectiva paga y se les mencionó que a pesar que los golpes eléctricos eran dolorosos, el receptor no corría ningún riesgo de salud.
Lo interesante de esto es que el participante “S” fue cómplice de este experimento. Él asegura que tiene problemas cardiacos, pero al ser parte de esta investigación no recibirá ninguna descarga eléctrica, solo fingirá recibir los choques. Al llegar a los 150 voltios el participante “S” quiere retirarse del experimento por dolores en el pecho. Y aquí es cuando entra el participante “V” que funge un papel importantísimo, un papel de figura de autoridad que le indica al participante “L” a continuar con las descargas eléctricas a pesar de las súplicas del participante “S”.
Los resultados arrojaron que los seres humanos somos capaces de hacer cosas terribles ante la oren de una figura con apenas un poco de autoridad (como una bata de laboratorio). Y es aquí donde podemos ver que el ser humano es por naturaleza proclive a ser malo, sobre todo cuando una figura de autoridad para nosotros nos indica a hacerlo.
Pero ahora, ¿qué pasaría si esa figura de autoridad fuéramos nosotros mismos? Que fuéramos al mismo tiempo el participante “V” y el participante “L”. Yo creo que las cosas cambiarían. En este caso no existe una persona que nos indique que hagamos esto, somos nosotros mismos quienes nos lo indicamos; tenemos la posibilidad de ser malos y muchas veces la aprovechamos. Y nuestras razones o motivaciones pueden variar, pero siempre recurriendo a actos de maldad.
Pueblo de perros
En 2003, el controversial director de cine Lars von Trier2 estrenaba “Dogville”3 la primera de las películas de la trilogía “Estados Unidos: tierra de oportunidades”, protagonizada por Nicole Kidman. Este filme cuenta la historia de Grace, una chica
que huyendo de unos gangsters llega a un pequeño pueblo (bastante jodido) llamado Dogville. En este poblado olvidado por Dios conoce a Tom, quien le propondrá que se esconda en Dogville, pero para eso debían convencer a los demás pobladores, caracterizados por ser reacios al cambio y a los desconocidos. Muy a su pesar, Grace fue aceptada y comenzó su relación con este pueblo que al final resultaría ser peor de lo que uno esperaba.
No entraré en detalles sobre el concepto de la escenografía y la ambientación (que es netamente genial), pero cabe destacarlo por el valor conceptual que le da a la película.
Regresando al tema de Grace y Dogville, durante su estancia ella muy humildemente trata de ganarse la confianza de los pobladores ofreciendo sus servicios a cada uno de ellos para que la conocieran y así poder demostrarles que era una persona digna de vivir ahí. Hasta aquí, todo bien. Grace trabaja con todos los habitantes, dando lo mejor de sí y recibiendo a cambio una suma de dinero por su trabajo. Para cualquiera esto suena razonable. Pero conforme pasa el tiempo, y los gangsters continúan la búsqueda de aquella misteriosa mujer, los pobladores comienzan a sentir que tener a Grace representaba un peligro para la comunidad. A pesar de esto, deciden mantenerla escondida en el pueblo; ya había logrado conectar un poco más con Dogville y sus habitantes.
Sigue pasando el tiempo, y Grace y Dogville comienzan a ser uno mismo. Se sentía parte del pueblo y una más de los habitantes. Pero a medida de que el tiempo pasa, lo que comenzó como una adopción de Dogville, se convirtió en esclavismo. Ahora los “dogvileños” sentían que Grace les debía su estadía y comienzan a aprovecharse de ella. Y no solo con las tareas o deberes, sino que al grado en que se termina convirtiendo en el objeto de placer y desahogo de los hombres de Dogville. Pero ella se compadece eternamente por ellos.- “Ay, pobrecitos, son malos conmigo, pero hay que entenderlos, la tienen difícil” – Seguramente esto fue algo que hubiera pensado Grace. Ella siente una compasión y pena por ellos, y ella, sumisa, se convierte en el perro de Dogville dejando que abusen de cualquier manera posible. Por un lado, todos comienzan a tratarla como su esclava (al grado de encadenarla del cuello a una rueda de metal) y por el otro, todos los hombres viven abusando sexualmente de ella, menos Tom. Y es aquí, cuando Tom, el eterno enamorado de Grace, que logró salvarla y hacer que el pueblo la aceptase, no podía aceptar que Grace le diera todo a los demás menos a él. Esto lo condujo a la decisión final que lleva al desenlace.
Tom y los demás pobladores deciden que deben llamar a los gangsters para entregar a Grace. Y eso mismo es lo que hacen. Pero el tiro les salió por la culata. Al final, resulta que los gangsters que buscaban a Grace eran los secuaces del
padre de la refugiada, obviamente el líder de los gangsters. Y este es un punto clave de la historia.
Su padre le dice que regrese con él, y ella le responde que no podía seguir viviendo con él, y que era un arrogante. A lo cual, su padre le responde tajantemente que la única persona arrogante aquí es ella, al permitir que el pueblo abusara de Grace y ella no hiciera nada más que compadecerse de ellos, como si ella no pudiera rebajarse a su nivel, y debía aguantar los madrazos como si de una mártir se tratara. Ella baja del carro de su padre, y comienza a caminar por Dogville y es ahí cuando se da cuenta de algo. Dogville es un mal que debe ser eliminado, un mal que ya no es necesario en este mundo y que nadie lamentaría su perdida. Y es ahí, cuando ella misma, la mujer sumisa que en un principio no hubiera hecho nada en contra de sus captores, decide que era tiempo de que limpiaran el pueblo. Y es ahí cuando los gangsters, sin miramiento matan uno por uno a los pobladores, quemando de paso el pueblo para no dejar rastro alguno de Dogville.
Y es aquí cuando pregunto, ¿estuvo bien lo que hizo Grace? Al final, ella aplicó la de “ojo por ojo”, y estoy seguro que la mayoría de nosotros hubiera querido hacer lo mismo con ellos. Y aquí es cuando regreso al cuestionamiento, ¿qué pasaría si nosotros nos convirtiésemos en una figura de autoridad para alguien? Y aquí fue claro el ejemplo. Primero Dogville era la figura de autoridad ante Grace, y ellos, pudiendo aceptarla completamente, optaron por convertirla en una cautiva del pueblo. Y cuando las cosas se voltearon, y Grace se convirtió en esa figura de autoridad (al ser la hija del líder de los gangsters), en vez de optar por dejarlo por la paz decidió erradicar por completo a ese pueblo que consideraba un mal innecesario.
Y a final de cuentas, Dogville somos todos. Dogville representa esa parte nuestra que siempre escondemos, pero que está ahí, latente, pasiva, esperando a salir un día y demostrar de lo que podemos ser capaces.
¿Entonces qué hacemos con Dogville? ¿Lo erradicamos o dejamos que siga vivo? Eso dependerá de cada uno.