José Luis Palomo
Problemas Contemporáneos Globales
Séptimo Semestre.
El poder corrompe.
Del polémico director Lars Von Trier, Dogville es una película muy poco común, hablando de la forma en que está contada y la estructura de la historia. Dividida en 9 capítulos, la película comienza con un prólogo en el cual introduce a los habitantes de este pequeño pueblo perdido de Dios. Aislados de cualquier persona externa al mismo, los habitantes carecen de habilidades sociales básicas, sólo un personaje, el más “estudiado”, Tom, trata de impartir la ética y la moral a las personas sin mucho éxito.
Ambientada en Estados Unidos en tiempos de la gran depresión, la historia comienza con la llegada de una “fugitiva”. Tom conoce a Grace cuando ella huye de unos hombres misteriosos, o cómo ella les dice: “gángsters”. Un carro se acerca al pueblo y le ofrecen una recompensa al muchacho por información y él niega haberla visto. Tom parece haber encontrado un buen ejemplo de practicar la ética en el pueblo y propone esconder a Grace un par de semanas hasta que sea seguro para las personas que debe quedarse. La chica comienza a hacer labores complementarias en las 8 casas del pueblo, ayuda con la limpieza, arrancar hierbas, educar a los niños, etc. Todo parece ir bien cuando llega un la policía al pueblo y pone un letrero en la plaza principal, diciendo que Grace era peligrosa y que había una recompensa por entregarla.
Los habitantes de Dogville comienzan a portarse hostiles e inhumanos con la muchacha, a tal grado de llegar a agresiones verbales, físicas y sexuales. Alegando que llamarán a la policía si sus necesidades no son cubiertas.
Una historia desgarradora donde está representada de manera magistral la esencia del ser humano en cada uno de los personajes de la película, y de cómo pese a tener cualquier personalidad o historia todos comparten la misma tendencia, utilizar vilmente su poder sobre los demás.
Hablando de técnicamente, la película está elaborada de manera muy pelicular. Nos adentra en un juego emocional que va desde una puesta en escena distante y fría, teatral, donde no existen paredes y solo están pintadas en el suelo; donde se abren puertas que no se ven pero sí se oyen y donde las cámaras utilizan una técnica muy común en la televisión pero no en el cine. Además de la voz en off que nos va relatando de una manera irónica y lírica, todo lo que sucede en este pueblo.
Von Trier dirige a todo su cuerpo actoral de una manera espléndida. Los actores utilizan un técnica sumamente realista, a pesar de la falta de escenografía o locaciones, pues en realidad la película está centrada en los personajes y el viaje a través de la obtención del poder.
Sin duda alguna, la película en un claro reflejo del ser humano a través de los años y en la actualidad. Se podría decir que ante todo es emocional, siempre que se entienda tanto el juego teatral como el moral. El poder es algo que vuelve loco al ser humano y lo hace hacer y decir cosas terribles, la ética y la moral quedan como valores ambiguos a lo largo de la película, ¿Qué está bien? ¿Qué no lo está? Para todos es distinto.
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